domingo, 13 de febrero de 2011

Aprehendida a la nostalgia

A la distancia de mi lejana soledad,
en el rincón austero de la vida,
a la orilla del desolado camino,
voy vagando sin temor
ermitaña del dolor y viajera sin dirección.
no coincido con una sola persona
que pase junto a mi, me han hablado
de que por este rumbo no muchos andamos,
por lo que el desgraciado solitario es más
desdichado.

Ecos de sollozos alcanzo a escuchar
sin parar de preguntarme de dónde vendrán.
Será alguien de infortunio mayor, pues
ya que en mi no cabe la tristeza,
no he tenido la bajeza de emitir
quejido alguno.

Arrastrando mis pesados pies
entre el fango de lágrimas que
otros han dejado, continuo por
el sendero del camino descuidado.
Me topo con puertas de grandes cerraduras
cual portones de haciendas viejas y arruinadas.
intento entrar pero es inútil, ya estoy adentro.
desearía percibir colores obscuros, pero
sólo la ausencia del color encuentro.

pasando sobre un cristal roto
miro mi quebrado reflejo
con cinta sobre la boca
callando cualquier lamento.

es entonces cuando me doy cuenta
que los ecos de sollozos que antes atendí
venían del interior de mi estropeado corazón
qué ya sólo se lamenta.

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