jueves, 1 de diciembre de 2016

Desengaño

Si todos conocieran la historia de aquél anciano tocando el violín a la salida del metro. 
De aquella prostituta puntual cada día en la esquina de la conocida avenida.
De ese joven que se droga antes de regresar a su casa.
El limpiador de ventanas que se avienta sobre tu parabrisas antes de recibir una negativa y soez respuesta.
La abuela que vende dulces de baja calidad en su puestesito mal establecido sobre la banqueta de la primaria.
El común limosnero rogando por una moneda sin importar la denominación.
Los niños que junto a sus padres ambulantes, te piden pa' un taco. 
De aquellos campesinos que ofrecen los frutos de sus huertos a las afueras de los mercados urbanos, en las plazas del pueblo, en las explanadas; por un precio ínfimo al del resto de los comerciantes, precio que nos hace pensar que son de baja calidad, pero en realidad es todo lo contrario. 

Si supiéramos una historia que nos diera razón de cómo tratarlos. De no evitar su oferta, su mendigar. Si conociéramos el pasado de cada uno sin juzgar o crear prejuicios sin fundamentos. Si pudiéramos saber qué los ha llevado a eso.  Si sólo entendiéramos que ellos  y nosotros somos iguales. Nadie es más que nadie, ni mejor ni peor. Podrán clasificarnos por razas, por orígenes, por nivel educativo, pero ¿Quién se ha atrevido a clasificar por calidad humana? ¿Quién se ha atrevido a clasificar por gente que se chinga para comer y gente que deja sin comer a otros para no chingarle? ¿Quién ha clasificado a la gente por honestos y deshonestos? ¿Es deshonesto ofrecerte para realizar una labor que te de la satisfacción  y garantía de que hoy comerás? ¿Es honesto llegar a una oficina, calentar el asiento por 8 horas y cobrar $10,000 mensuales? Y todavía decir, ¡Ay señor, no me esté molestando! Al lugareño agricultor que se acerca ofreciéndote una bolsa de frutos, cuando visitas un pueblo.

Los hombres estamos perdiendo la benevolencia. Ya no mostramos caridad, amor. Nos rodeamos de crueldad, superioridad figurada. 

Apuesto a que tú Ingeniero, Administrador, Contador Público, Médico, Abogado; presumes de tu título, esbozo de tu conocimiento amañado y tu tiempo mal gastado suponiendo aprender a vivir. Pero jamás extiendes la mano al necesitado y se te hace un descarrío brindar tus servicios gratis, porque para eso no "estudiaste" n años. Como si mostrar bondad fuera  humillarte. 


Deberíamos sentir vergüenza. Si gran parte de la sociedad está inmersa en situaciones peores a la nuestra, nada cuesta extender la mano en vez de encogerlas y apretar "lo que es nuestro". Deberíamos simplemente dejar de ser codiciosos y ser una sociedad altruista. Ser voluntarios en programas sociales, dar un poco de lo que somos. Qué importa si los organizadores se llevan el dinero, qué importa si ellos ganan y tú no tienes nada. Esa gente que roba, no sabe lo que es dar tu tiempo con personas que se abrirán a ti y te darán a conocer de su vida, y que también compartirán lo poco que tienen, contigo. Porque ellos, son los que más dan. De ellos debemos aprender.