Tu mirada profunda, inherente compañera de tu expresión.
Tus brazos sólidos, donantes de ternura.
Tus manos cálidas, errantes inquisidoras de pasión.
Tu voz inefable eufonía serena.
Tus labios rosas, suaves, susceptibles al amor.
Tus besos, sublime conspiración de vehemencia y aversión,
erotismo y castidad en uno mismo.